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Los activistas recuerdan en Ginebra que la represión en el Sahara continúa

FUENTE: http://www.guinguibali.com/

AUTORA: Lura Gallego 

“En el Sahara Occidental hay una emergencia humanitaria, y la comunidad internacional debe reaccionar”. Isabel Terraza y Antonio Velázquez, los dos activistas que vivieron en primera persona el violento desmantelamiento del campamento Gdeim Izik, y Ahmed Yeddou, quien sufrió la tortura en sus carnes, elevaron ayer su denuncia a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. En Ginebra dejaron las pruebas materiales, su palabra, y una petición expresa: “Envíen una misión, hagan una investigación en profundidad”.

 

Terraza, Velázquez y Yeddou se reunieron con Sara Mamood, especialista en la zona de Oriente Medio, y Safir Fyed, representante de la unidad de sociedad civil. A ellos les entregaron todo el material que lograron grabar, o fotografiar, durante su estancia en el Aaiún. Aunque sobre todo, llevaron su palabra, y en el caso de Yeddou, las pruebas que lleva también grabadas, pero en el cuerpo. El saharaui, como ya contó en una entrevista con GuinGuinBali, fue detenido la noche del ataque militar al campamento; y durante cinco días, según sostiene, torturado y vejado en un calabozo junto a 72 presos más. Consiguió salir finalmente y llegar a Canarias gracias a su DNI español, pero atrás ha dejado a una mujer embarazada y un hijo de apenas un año por quienes tendrá que regresar.

Terraza y Velázquez hicieron hincapié en “las violaciones de los derechos humanos que se viven a diario en los territorios ocupados, la represión militar y policial que sufrieron en el campamento y el estado de sitio que padecen, desde entonces, los saharauis”, según ha explicado la española. «Más allá del conflicto político, hay una emergencia humanitaria, y alguien tiene que intervenir para parar lo que está ocurriendo,se está produciendo un genocidio silencioso», sostuvo. Según los dos activistas, “hay desaparecidos, hay heridos que no pueden salir de sus casas, la población está aterrorizada».

Terraza y Vázquez fueron de los últimos activistas en abandonar El Aaiún y llegaron a España el 17 de noviembre. Pero la ciudad que dejaron atrás sigue, actualmente, “militarizada, persiste el estado de sitio. Han sembrado el terror, la gente no sale a la calle, están escondidos desde hace un mes».

Lo cierto es que, a pesar de que el bloqueo informativo impuesto por Marruecos persiste, las denuncian que los saharauis siguen haciendo llegar, en la medida de los posible, via e mail o teléfonica, hablan todavía de una situación muy tensa. Ayer mismo, según una de estas fuentes, diez saharauis fueron detenidos por la policía, que los encontró en una misma vivienda, escondidos. Tres más hace unos días. El goteo de detenciones se mantiene constante, y las familias pierden después la pista sobre su paradero.

En este sentido, Terraza y Velázquez también denunciaron las “decenas de desaparecidos» que todavía existen. Consultados sobre porqué ellos hablan de «genocidio» mientras entidades de derechos humanos como Amnistía Internacional (AI) o Human Rights Watch (HRW) hablan «sólo» de torturas, Vázquez fue tajante: «Porque ellos no estaban allí durante el desalojo y la represión posterior. Y cuando han entrado lo han hecho escoltados por los marroquíes, y no han podido visitar el hospital militar, ni la morgue, ni han podido comprobar si hay alguna fosa común, ha sido imposible hacer una investigación a fondo».

Los tres abandonaron esta Oficina con una “pequeña esperanza” de que esa investigación sea finalmente promovida por la ONU. Aunque los del Alto Comisionado, según explicó Terraza, les dejaron bien claras cuales son sus limitaciones. “Pusieron mucho énfasis en que son un organismo separado del Consejo de Seguridad, que es el que realmente puede tomar decisiones, que ellos pueden mandar relatores cuando son invitados por el Gobierno del país o ejercer algún tipo de presión, incluso mandarlos por su cuenta, si las pruebas tienen mucho peso”. Y a eso esperan poder aferrarse. No obstante, aprovecharon también el encuentro para indagar sobre la forma de acceder y llevar su testimonio a ese Consejo de Seguridad donde, de momento, las denuncias de los saharauis no encuentran hueco.

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